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La Argentina herida

La infancia robada y silenciada

Dra. Elena Passo





La desaparición de Loan, que conmociona a la población de toda la República Argentina, es una muestra de una herida abierta de la sociedad.

Este caso parece la punta de un iceberg, que pone de manifiesto la existencia de otros niños, que al día de hoy continúan desaparecidos. Según datos de la organización Missing Children Argentina habría más de 100 niños en esta situación en nuestro país.

Siempre, atrás de la desaparición del bien más preciado para la sociedad, que es un niño, existe un entramado perfectamente organizado de matriz delictiva, que incluso trasciende las fronteras.

Para perpetrar este tipo de delitos, el niño se transforma en un objeto, una "mercancia de valor utilitario", pierde su identidad, se cosifica y se vende. Pierde todo lo que conocía, menos su dignidad y el amor de Dios, pero es un niño y todavía no lo sabe. Le llevará toda una vida entender que su dignidad aún en esas penosas circunstancias se preservó intacta.

¿Qué clase de persona puede apropiarse de un niño?

¿Qué clase de persona puede destruir la vida de un niño y la de su familia?

¿Qué clase de persona puede tener como fin utilitario el "consumo" de un niño?

Es mentira cuando se argumenta que se los extrae de su hogar para que tengan una mejor calidad de vida. Es falso cuando se dice que tendrán mejores oportunidades en el futuro. El futuro es hoy: su presente, donde el niño es la persona que es. La mayor riqueza es reconocerse a uno mismo.

Muchos de los niños robados sufren un destino peor y son entregados a una red de perversión aún mayor: la trata de personas.

Según datos de la OMS: "Se calcula que hasta 1000 millones de niños de entre 2 y 17 años en todo el mundo fueron víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o de abandono en el último año."

La violencia contra los niños se puede prevenir en la medida que exista una sociedad que reconozca que existe un problema grave y que esté dispuesta a trabajar en ello. Las heridas hay que tratarlas, con todos los medios que sean necesarios, ya que los niños son un don de Dios y la infancia es un tiempo privilegiado de la vida.

Recemos todos juntos para que encuentren a Loan con vida y que su caso nos obligue a ver una cruda realidad: la de la infancia robada y silenciada.

Pidamos a nuestra Madre la Señora de Luján, que fortalezca el corazón de todos, en especial el de los niños que todavía esperan.

Dios está de su lado.

Que así sea






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